Unas tapaderas, una zambomba, la botella de anís, una pandereta y el almirez, eran los improvisados instrumentos que utilizábamos los niños santiagueños para ir a pedir el aguinaldo en la Nochebuena, a éstos las niñas le agregaban las castañuelas, adornadas de numerosas cintas de colores y eso sí : “los niños con los niños y las niñas con las niñas” y así, al atardecer, salíamos por las calles y puerta a puerta, empezábamos con:
“ Una perra chica, Toquen y retoquen En el Portal de Belem
tiene poca plata vamos a San Roque, hay un hombre
y si no nos la da a ver al Niño, haciendo migas
le damos la lata que a nacido anoche. se le cayó la sartén…
Y así con mucho ruido y poca armonía íbamos recaudando las “perras gordas”, “chicas”, “dos reales” y pocas pesetas, pero nosotros tan felices y más cuando las repartíamos y veíamos lo que nos tocaba. Ocurría, que en algunas casa, nos decían; “Niños, aquí no se puede cantar, que tenemos luto”, pero nos daban el aguinaldo.